¡Las guarderías no son solo cosa nuestra!

El término ‘guardería’, no solo se utiliza para referirnos al lugar en que se cuidan y atienden a los niños de corta edad en el ámbito de las personas. En el mundo animal también se hace uso de este concepto.

Hay especies que emplean este sistema de vigilancia y cuidado para fines muy similares a nosotros como, por ejemplo, los flamencos.

Al igual que muchos de los padres y madres que trabajan y se ven obligados a dejar a los más pequeños en guarderías, como un lugar seguro en el que se les cuida durante su ausencia, los flamencos hacen exactamente lo mismo.

Mientras que los flamencos adultos deben desplazarse cientos de kilómetros en busca de alimentos para ellos y sus polluelos, estos se agrupan por cientos y miles, permaneciendo vigilados por algunos de los adultos del grupo. Los controlan, se aseguran de que todo va bien y les ayudan a permanecer a salvo hasta que vuelven sus padres.

Si estos días nos visitas, podrás observar cómo nuestros flamencos más pequeños están en la «guarde». Los identificarás porque tienen un plumaje grisáceo, al igual que su pico y patas. Y claro, ¡no estarán solos, sino rodeados de los más mayores!

Este color grisáceo no alcanzará el característico tono rosa de los adultos hasta que cumplan cuatro o cinco años. Durante todo este tiempo y hasta alcanzar la madurez reproductiva irán cambiando no solo el color de las plumas, sino también el de sus patas. Su estatura sirve de orientación a veterinarios y cuidadores para sospechar la edad del ave, además de su sexo.

BIOPARC Fuengirola